jueves, 26 de marzo de 2009

En principio debería hoy realizar una apología para defenderme. La tengo incluso pensada y no descarto en que al final la escriba. Sin embargo, si no la publico hoy es por dos razones:
- debido a su extensión nadie la leería y mi obra no sería reconocida
- estoy excesivamente cansado como para escribir algo que crea que merezca la pena
Prefiero hablar hoy de algo más positivo. Aunque el día en la universidad ha sido pesado debido al cansancio, al no tener la última hora nos da tiempo a charlar a algunos compañeros y a mi en el tren. Da gusto hablar de esos temas y de esa manera, con altos y bajos de tono, pero siempre con raciocinio, con intelecto, no desde el alma concupiscente del vientre. Charlamos, a propósito de la filosofía medieval y Santo Tomás de Aquino, sobre la existencia de Dios, motivos de su creencia o no-creencia, y lo razonable que es cada postura, y sobre el aborto. Temas controvertidos si, pero que por desgracia no puedo hablar todos los días. ¡Más me gustaría poder hacerlo!
Pero sin duda, lo que hoy me ha dado la vida ha sido el instituto. Aquel al que tantos odian sin motivo. Voy allí para el ensayo de teatro. Aunque somos pocos, el teatro me da la vida. ¡Por Dios, no me quite usted el teatro, por favor! Ensayamos la escena en las que recibo las dos palizas. Como siempre que se hacen estas escenas, el buen humor y la risa predominan, aunque me tocará ensayar la flexibilidad en las piernas y las caídas. Y luego, me toca hacer de sobón... es graciosa la anécdota de que, ya metido en el papel, una chica nueva se ofenda porque le miro el culo, cuando, aunque cueste creerlo, sólo interpretaba el papel. Por supuesto la comprendo, pero la ironía reside en que, aunque tengo fama de voayeur, lo que hacía era interpretar, pero en el fondo yo me estaba fijando... si, es difícil de explicar.
Además, resulta que mis discursos sobre Emérita Augusta, han gustado más de lo que pensaba. Cierto es que los escribí de corazón, pero no pensé que pudieran despertar aplauso. La verdad es que ha sido emotivo.
Y para rematar la tarde, tomo algo con una compañera de teatro (Nadia) y Paco, el filósofo. Cuanto hace que no le veía ni hablaba con él, algo que, como siempre, es un inmenso placer.
Por último llego a mi casa y tras la lectura final del Crátilo, reflexiono sobre el problema surgido a raíz de lo publicado en mi última entrada.
Mi conclusión, muy breve, es que efectivamente el lenguaje puede causar problemas, engaños y confusiones, no es el mejor método para acceder a la realidad de las cosas, pero no obstante, es la mejor herramienta de la que disponemos, y mejor eso que hacer como el Crátilo de la Metafísica aristotélica, que sólo señalaba para referirse a las cosas.
Sin embargo, aún quedan aquellos, encadenados de pies, manos y cuellos, mirando las sombras al frente, que no se percatan de ello y ven en el lenguaje una realidad tal que duplican esta, pues entienden que tanto el nombre como lo que tiene el nombre es lo mismo. Su precario análisis del lenguaje, les lleva a quedarse en el umbral de sus sentidos, produciendo graves confusiones.
Y alguno me dirá: mira a este, el sofista, que pretende hacernos ver, cuando es él quien está más ciego. Efectivamente, claro que estoy ciego, y se que aún estaré mucho tiempo así, pues fijate como será el Sol que hay fuera de la caverna y como será la caverna misma, que, saliendo ya de esta, no dejan de dañarme los ojos los rayos del mismo Sol, que tan potentes son, y que aún me queda un enorme entrenamiento por delante sólo para empezar a abrirlos levemente.
Gracias y Namaste

1 comentario:

  1. Teatro, dulce actividad de la que estoy privado por lo menos hasta que terminen mis clases por la tarde. Que cruel es la vida. Y por cierto, si la gente te toma por voyeur no te ofendas, se sincero y di que realmente es un sobón ya sabes el dicho (que bien se puede referir a nuestro gran amigo en común, tu ya sabes quien es): "Puede caminar como un tonto, hablar como un tonto, actuar como un tonto, pero no se deje engañar, es realmente un tonto"

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