miércoles, 25 de marzo de 2009

Volvemos a la rutina de comentar en el blog. Antes de nada, si alguno que lea este blog (si es que aparte de El Ser, hay alguien que lo lea), deberá saber que nada pienso comentar acerca de lo que ocurrió en mi pueblo de Soria, allá en Layna. Si Ludwig Wittgenstein acababa su Tractatus diciendo "De lo que no se puede hablar, mejor callar", yo pecare un poco de modestia y diré que para hablar mal, prefiero no hablar. Únicamente diré que su actuación, sobre todo ya no con respecto a mi, sino contra mi propia familia (parece esto El Padrino), merecería el mayor que castigo que en este blog puedo hacer, despojarles de los epítetos, salvo a un par de personas, que bien saben ellas quienes son. Mas renuncio a dar nombres algunos.
Prefiero regodearme a mi viaje a Mérida. Absolutamente precioso. Dicen en mi universidad que tengo perfil de senador romano, corrupto, pero senador al fin y al cabo. Yo digo que ya me hubiera gustado a mi ser un político de Roma. Incluso en Emérita Augusta aún, por lo menos yo, respiré ese aroma del que fue el mayor Imperio del Antigüedad, el Imperio por excelencia, amen de anteriormente República. Poder pisar el mismo circo, donde sabes que tantas personas vitorearon al auriga, sentir esa emoción arrebatadora de estar como presenciando las carreras de bridas y cuádrigas... pisar la arena del anfiteatro, donde tantos gladiadores dejaron su vida... pisar el teatro, donde tantos aplusos tuvo que haber... es una sensación inexplicable. Ver y reconstruir como podía ser la ciudad... para mi es absolutamente embriagador. Vale que bromee, pero en el fondo, creo que poco a poco, esa antigüedad, que seguramente yo idealizo tanto, me enamora, a veces incluso más que lo que a veces haya podido sentir por alguien (mas es cierto que en esas ocasiones era más obsesión o capricho que una aunténtico toque de Eros enviado por Afrodita).
Salvo incluso la penosa explicación que nos dieron en el museo. Y digo penosa, y coincidirá conmigo quien posea unos mínimos de conocimientos de cultura clásica, porque que se diga que Briseida era la esposa de Aquiles, que el alfa y el omega junto al Crismón no significa que Dios es el origen y fin de todas las cosas, o que un efebo era un maestro, cuando rara vez superaban los 15 años de edad (y quizás me he pasado), la verdad es que es una auténtica "cagada".
Pero aún así, disfrute. Disfrute mucho. Quizás, como dicen que tengo pinta de senador romano, mi tinte estoico no hacía que mostrase la felicidad que me embargaba, pero lo hacía. Tampoco menosprecio la compañia que tuve, de mi antiguo instituo, el Victoria Kent, como para mí los siempre amigables del Valle-Inclán. Quizás este año, como no estaba en ninguna clase, no me ocurrió como el año pasado cuando que me preocupaba por la división imperante entre mis compañeros. En este viaje pude disfrutar, pude imbuirme en el espíritu romano. Si, me atrevería a decir que fui feliz. Felicidad fugaz, pero felicidad. Y se lo debo tanto a los compañeros como a la ingeniosa Berta y a la no menos sabía Columbula (para los curiosos, mirad un diccionario de latín), que tanto se esfuerzan e instruyen. Cortas se quedan las palabras de un aspirante a orador para poder alabarlas e incluso el más bello de los discursos sería un chiste sin grancia mal contado si se comparase con los hechos.
Oculus, hay que hirse de este tema para seguir hablando.
Poco más que contar. En mi clase, sigo sintiendome muchas veces como Hemingway a la sombra de Dostoyevski... pero esto ya lo explicaré otro día, porque el de hoy ha sido matador, buscando el Filebo en la universidad, que por cierto, no se que hace un ejemplar suyo en la facultad de derecho, y sobre todo, porque la facultad de derecho está allá donde Cristo perdió el mechero. Y bueno, en referencia a cierto sabio, más que el consejero de los aqueos, que aquí leyó, trataré de volcar aquí un poco más de filosofía.
Termino volviendo a referirme a ese viaje a Mérida, añorando el viaje... me viene a la mente una frase perfecta para que nunca se olvide, y que es el mejor consejo que para terminar puedo brindar:
Sit tibi terra levis
Gracias y Namaste

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