lunes, 9 de febrero de 2009

Duermo entorno a 3 o 2 horas antes del examen... lógicamente me levanto casi vivo, pero muerto al fin y al cabo, con náuseas. Se ha notado que Metafísica era el último examen... Castro, el sabio estético, me pregunta qué tal van y me siento animado gracias a él antes del examen, el cual no entrará en los anales de la historia por su brillantez... ha sido bastante raro... sólo nos queda esperar. Tras hacerlo, ya era cuasilibre. Reclamo en ciencia y logro subir 0.25 mi nota con el trabajo... me tildan de competitivo y arrogante, para nada, sólo velo por mi media, que se redonde a 9 (8.75 es el total)... y por cierto, Silvia, la que siempre sonríe, ha logrado aprobar, me alegro por ella. Después, 9 tanto en filosofía antigua como medieval... me deja un regustillo amargo, esperaba aún más... habrá que volver a negociar.
Tras el examen, cuando vuelvo a la Renfe me siento en el cesped del mareo que tenía. Cuando vuelvo a mi casa, como, novela y por primera vez en tres semanas, puedo dormir a gusto en una siesta de 3 horas. Nadie sale, y mi cuerpo tampoco pide salir. Llamo a Paco, el filósofo, y quedo con él mañana a las 11 para recoger unos diálogos de Platón... aunque parezca mentira que haya acabado los exámenes, es peor saber que el miércoles toca volver a dar clase.
Finalmente, mi conclusión de hoy es que el hombre es cuasilibre.

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